Luego de este discurso de algo más de 2 minutos entra la banda sonando con todo en “Nunca Jamás”, excelente canción orquesta y con una decena de decibelios y ritmos complejos que son marca registrada de la casa.
“Polvo de estrellas” ya suena algo diferente, más fuerte, agresiva y con destellos en los momentos adecuados de la exquisita voz del cantante. La banda suena de manera impecable, con una batería que se multiplica metiendo una caña y soportando en los cambios de ritmo al resto de la banda. “A esta ronda invito yo” es una canción que suena a ese “Folk” que deja lucir la impronta de una escena como la española, tan particular y precisa en las ejecuciones.
“Adictum” es la ratificación de que la banda está en boca de todos yo. Ha sido el primer single con una interpretación magistral por parte de todo el grupo. Buenos coros y, muy a favor, las distintas tonalidades que va soltando la voz haciendo que cada tema sea una historia particular y que no aburra.
Muchos toques étnicos se representan en “Grita que no”, unos “samplers” de fondo dan un color muy interesante a la expresión de la banda, de nuevo, a la interpretación por parte del conjunto y, la batería, que da en todas y, como si nada, pasamos a una balada hecha y construida con estructura clásica, sí, pero con un riif tan emotivo y sencillo que resuma fuerza y un poco de melancolía a un disco que venía a una gran velocidad.
Y hablando de velocidad: entramos con ese “Power-folk” trepidante en “Recto hasta el amanecer” donde aparece esa voz particular de Leo Jiménez (segundo corte del disco), donde ya sueltan todo lo que tienen: un violín delicado y exquisito, voces en agudos muy bien encastradas para ser un lujo de escuchar en duelo magistral.
Punto álgido a nivel compositivo con “Violar y rezar”, una guitarras violentas y con toques de Metal oscuro que nos arrastra con una poesía poderosa que denuncia las brutalidades de la iglesia. Excelente la “performance” al interpretar una letra que sugiere más de lo que dice y deja en claro el pensamiento retrógrado de esta entidad obsoleta llamada “Iglesia”. Puede que sea la más “moderna” en cuanto a las guitarras y, de nuevo, efectos electrónicos que suman al espectro que maneja la banda para mantenerse dentro de su estirpe, pero tomar recursos actualizados y tomar partido social con un cierre im-per-di-ble.
“Un mundo extraño” y “Nuestra revolución” son las encargadas de cerrar un trabajo de altísimo nivel, sobre todo en una escena que es más que complicada, que no está al alcance de todos los músicos; aquí hay años de preparación, ensayo y, sobre todo, un espíritu inquebrantable para sacar este gran disco de estudio que demuestra la buena salud de un estilo que sobrecoge al escuchar los elementos que componen este lanzamiento. Grandes bases, potentes y sólidas, Solos de guitarra infernales y una voz que no abusa pero interpreta con excelencia todas las letras.
El disco “Adictium” pone a DEBLER dentro de los 5 mejores grupos de la escena nacional.