FAUSTO TARANTO ha editado un trabajo que debería ponerlos en el tope de la Escena de la música, no solo del Metal, si no de la historia nacional per-se al recurrir a unos aspectos del Flamenco más duro y tradicional para crear “La reina de las fatigas”. Aquí no hablamos de gustos personales, hablamos de creatividad, conceptos y raíces, entremezclado todo con un sonido fabuloso y una producción técnica de altísimo nivel.

“La reina de las Fatigas” es Metal puro, moderno, rítmico y elaborado, pero que también nos hunde en esos recovecos que esta banda suele plasmar por genética. Abre una canción poderosa llamada “La criba” con un sonido irreverente, marcando ya el acento andaluz al ir asomando un poco el Flamenco con los primeros tonos de las guitarras. De ahí en adelante comienza la ironía callejera de una poesía que nos va llevando por callejones oscuros e inhóspitos de Granada. Sueltan, casi como al pasar, entre canción y canción, y entre arpegio y armonía, cambios de ritmo que acentúan las zonas, y va dando un ambiente lleno de melancolía y amargura; y todos sabemos cómo termina esto: ira y rebeldía sonando al máximo en clave metálica.

Cada canción es una pequeña muestra de las virtudes de los músicos en particular y al mezclarlos en conjunto tenemos una banda que arrolla tan segura de sí misma, tan sobrada y elocuente que te empuja a averiguar más acerca del génesis de este sonido.

Entonces cuando escuches “Granaina” te pasearás por un albaicín en pleno atardecer otoñal, para sentarte y dejar que “Abanicos soplaores” te traigan todos esos palos de Fragua, tan ásperos, tan gitanos y rítmicos, llenos de la espiritualidad extrema y cruel. Descripciones muy intensas, narrando el dolor de mujeres explotadas, o la rabia del hambre en cada esquina, van despoblando de prejuicios al que escuche este disco. Hablo de “La ratonera” “Rumores y juramentos”.

Con “De la nada” comienza una despedida, es una tormenta que amenaza balada pero a mitad de camino, descargan unos rayos con la intensidad máxima de FAUSTO TARANTO para tirarte toda su distorsión furiosa e ir dejando ya que “De la nada” ratifique esa violencia que nos recuerde que, esto, es una obra de Metal. Brutal y feroz.

Cierra un ambiente, de nuevo, que recurre a la fragua en “Taranta”, desplegando esa brutalidad necesaria de un herrero para forjar una pieza, o entonar desde el pecho las inclemencias totales de la vida, ayer, hoy y siempre. Deja paso a “Cantes populares”, reflejando la pobreza de mi manejo del idioma intentando describir esta fusión maravillosa, innovadora y sorprendente. Se despiden con esto. Así se van, así terminan una obra que contiene centurias de dolor, furia y arte.

Sí, es un disco de Metal, lleno de riff´s y recorridos de una base que venían trabajando desde sus principios. Y sí, es un disco que parece haber sido grabado en esas cuevas lejanas, con el bronce de la piel sudando en esas Fraguas donde parece haber sido forjado el alma de los FAUSTO TARANTO.

Gracias a Pepe Morillo, cantaor, que me ha orientado un poco y me ha citado el cante de apertura del artículo. Perdón a los eruditos si acaso omito más información de la necesaria. 

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