Cuaderno del capitán 29/10 del año del señor de 2021, atravesando los muelles de aquesta fluvial ciudad, The Groggy Dogs, jarra en mano y espíritu al viento, a bien tuvieron saquear la ciudad.

Con ganas hace tiempo no vistas en esta ciudad, tantas que, ni siendo día laborable y con lluvia abundante, faltó público a este concierto memorable.

Ya con bastante antelación al inicio del espectáculo, por los aledaños a la sala, podía verse una variopinta amalgama de piratas perfectamente ataviados y los clásicos rockeros de siempre, y aunque pocos, animados y con muchas ganas.

El interior de la sala minutos antes del comienzo oficial estaba bastante vacía, dándome cierta pena, puesto que el escenario y atrezo preparados por este grupo pintaban genial (aquí he de decir que no los conocía en absoluto y era mi primer contacto con ellos), pero en el instante que dura un parpadeo (y un par de whastapp) el público creció de manera abrumadora, no quedando casi sitio ni para una mosca, lleno absoluto.

 Y empieza el espectáculo, entre los típicos vítores iniciales de un público ansioso, una melodía pirata conocida por todos, fue dando paso a la aparición de la tripulación más divertida posible. 5 Filibusteros entregados que transmitían las ganas y el buen rollo que nos acompañó toda la noche.

Un violín que llevaba la voz cantante de cada tonadilla escuchada, un teclado sonoro ejerciendo la función de 2º guitarra, una batería contundente perfectamente acompañada de un bajo potente y las 6 cuerdas del capitán (me gustó esa capacidad para lograr sustituir a la zanfona clásica de los piratas caribeños) nos introdujeron en un clima y ambiente caribeño y corsario desde el minuto 1.

Mi atención (y la de todos) se dividía entre la música, el saber estar en el escenario y sobre todo el clima de fiesta y diversión del público. Era imposible no contonearse al ritmo que marcaban las canciones, gamberras con su toque de ska ahora, reggae después e incluso instantes de calipso, y la entrega del público no bajo ni un instante, incluso en el momento más “relajado” una pieza totalmente instrumental encantadoramente interpretada al violín y teclado, el conjunto de los presentes, nos movíamos mecidos casi por unas olas, no marítimas pero si sonoras.

La interacción con los presentes por parte de estos 5 filibusteros era permanente hasta el nivel de navegar en una pequeña lancha movidos por el público (momento álgido del concierto), bromeando entre ellos para presentar las canciones y demostrando una complicidad total con su público.

Ni el calor, ni un pequeño petardeo de uno de los altavoces (que para nada deslució el bolo), evitó que se dieran todos los elementos que un concierto ha de tener, disfrute, diversión, pogos, gente saltando y cantando a coro, momentos de risas y la sensación de que ha sido una noche completísima.

The Groggy Dogs nos regalaron sin ayuda de nadie y solo con su saber estar y su profesionalidad, una noche memorable y a repetir pronto. (El detalle de subir la pirata o corsario más borracho para que bebiera y saltara con ellos es un plus que espero ganarme la próxima visita de esta tripulación)

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