Intentando no ser derrotados por la Realidad, intentando seguir adelante lo más normalmente posible, este sábado viví en directo una Leyenda del Metal Español: Easy Rider llegaba a la ciudad para desplegar su experiencia, su esencia y su técnica delicadamente brutal.
48 horas después de haber vivido esta lección, todavía tengo sobredosis de adrenalina y emotividad generada exclusivamente por la banda.
Primero, me parece curioso que los “memes” sean portadores de verdad profética: ¿recuerdan ese que decía “Qué ganas de que vuelvan los bolos para no ir”? Pues así comienza mi punto de vista.
Muchos no se quieren arriesgar, se sienten inseguros por razones lógicas y, por otra parte, los cierres perimetrales han mermado público… Sí. Pero puedo apuntar a una buena parte de Medios que ni siquiera han hecho el intento, esos que luego dicen apoyar la escena, desde casa, claro, en supuesto streaming… Y lo digo porque no es pandémico, no es verdad. Vale, soy un “cabrito”, pero cuando paseaba de vuelta a casa por la ciudad, los bares estaban llenos, dentro y fuera. Entonces aquel que no se sienta tocado por mi venenosa manera de ver la vida que no se sienta aludido. O como se dice en mi tierra “no te subás las medias que es foto carnet.”
Me impactó entrar y ver todo tan bien organizado. El trabajo de producción, del evento como del personal de la Sala X es impecable, te hacen sentir seguro a niveles insospechados. Felicidades a todas las personas implicadas por una labor complicada pero desarrollada, repito, con máxima profesionalidad, cuidado y cariño. Mis dudas se fueron en menos de 1 minuto. Me sentí a salvo, y vale aclarar que el público asistente ayudo a que esa sensación se mantuviera.
Pues a su hora la banda salió a escena, con una actitud positiva y ansiedad, creo, por partir cuellos. Pero ciertos problemas técnicos, de sonido o con la claqueta me dieron esa idea de “Esto va a ser un bolo épico, seguro.” No importó, luego de un par de intentos fallidos al fin soltaron “Perfecta creación” y “Algo de fuego”, un tándem potente y cargado de celeridad.
Pero algo no iba bien, la banda no lograba hacer pie, y determinados fallos en el sonido, tanto entre ellos como en lo que nos llegaba, hacían la experiencia un poco incómoda. Pero algún ente magnético, porque incluso mi cámara comenzó a fallar… para mí la Magia debía comenzar a funcionar o la tarde sería complicada.
Tranquilos, que todo se solucionó. Siguieron adelante, superando a nivel emocional cualquier intento magnético por mellar a una banda de calidad altísima, de supra técnica y absoluta confianza en sí misma. La vocalista le ponía garra, onda y cercanía con la gente, su carisma arrollaba e iba anulando complicaciones, el resto del grupo entró en la misma sintonía: y se notó. Mi cámara comenzó a disparar y la cosa se calentó.
Llegó ese momento donde la profesionalidad puede más que todo, donde la experiencia y el Amor por este género te agarra de los pelos y te saca del más profundo océano de problemas y se convierte en épico.
Cambio de guitarras y algo más de calma, siguieron tirando y alimentando a la gente con “Defiance”, “Wormwood” y “Babylon the great”, y consiguieron que le regresáramos esa energía, y ellos la aumentaron y así se generó un circulo donde cada nota, además de sonar ya de forma magistral, era parte de un pacto. Tanto el bajo, como las guitarras se sobrepusieron y, apostados en la batería ligera pero contundente, lanzaron “The new Jerusalem” y “Blazing fire victory”… ¿Más épica que esto? La vocalista ya era una bola de fuego, y su garganta, su estómago y su ángel terminaron de ponernos a sus pies. La banda sonó potente y feroz, técnica y emotiva, profesional y tan cercana a la gente, que a veces me daba vuelta para ver si acaso no estaba en un estadio repleto… Y no, tuve la suerte de ver un concierto de 10 PUNTOS.
La emotividad crecía, colegas de diferentes puntos de España me preguntaban cómo iba aquello… y si tocaron tal o cual canción. Eso habla de una sinergia entre un concierto promovido de forma perfecta y la ansiedad y el respeto por bandas como Easy Rider. Sí, claro que tocaron esa canción que es nueva e histórica, que entra en el Top Ten de mejores canciones del Metal. Amagaron irse, aplaudimos y les cantamos que, por favor, vuelvan, y terminaron de tirar todo el local abajo. “Savage Rage” y “Stranger” liquidaron la tarde… y desplegaron sobre nosotros, por unos instantes, el placer de ver una interpretación de máxima calidad. Los pelos de punta, el Espíritu enardecido. Gracias.
Hablando de la banda: genialidad, técnica, cercanía y profesionalidad para sobreponerse a fallos ajenos al grupo… Simpatía y fragor para ejecuciones técnicas. Y mística, sobre todo, de parte de los “nuevos” integrantes de un proyecto que ya es parte del Colectivo Histórico de la Música. Gran tarde, donde lo malo queda en anécdota, porque cuando me pregunten que sentí al ver por primera vez a EASY RIDER en directo, solo me acordaré de un grupo que me abrió el Alma, y que durante 48 horas me alejó del teclado por sentirme incapaz de describir esta experiencia que pocas bandas actuales pueden darte.
Salud y Metal, Easy Rider…