Casi 5 meses hacía que no iba a un concierto y ya las ganas iban tomando entidad propia, la verdad. Y de repente veo anunciado en Facebook un concierto de O'funkillo, para el viernes 3 de julio en la sala Malandar... ¿Que si voy? ¡De cabeza que voy!
Por una o por otra, nunca los había disfrutado en directo y no podía dejar escapar esta oportunidad. Y aquí he de agradecer a mi colega Víctor Manzanares, de la tienda de instrumentos musicales Tam Tam Percusión, que sabiendo que en mi más absoluta ingenuidad, pensaba pillar las entradas en taquilla, me avisó de que quedaban pocas ya a la venta la misma mañana del concierto y se ofreció a comprar mi entrada y la de mi amiga para que no nos quedásemos fuera.
Y allí que nos plantamos mi amiga Rocío y yo, con una mezcla de ilusión y de cierta extrañeza... porque si algo nos ha dejado esta pandemia, es esa rareza a la que llaman "nueva normalidad".
Al entrar nos tomaron la temperatura, nos dieron gel desinfectante para las manos y nos acompañaron a nuestra mesa...sí, ¡¡¡mesa!!! .. Un concierto sentados en taburetes y con mesas para 4 personas. Esta es la fórmula que se ha decidido para que en las salas de conciertos se pueda evitar que terminemos saltando todos juntos sin distancia de seguridad.
Hablábamos antes de que empezara el concierto de lo raro que se nos hacía todo eso, pero oye, siempre hay que estar abiertos a probar cosas nuevas.
Empieza el show y pronto empiezan a sonar los conocidos primeros acordes (acústicos en esta ocasión) seguidos de un "¡¡En el campito!!", no podrían escoger mejor canción para animar el ambiente. El público canta entregado y la rareza inicial se va disipando rápidamente, y es que O'funkillo nos metió a todos en el bolsillo desde el minuto uno.
Y ahí estábamos todos, bailando desde nuestros taburetes y cantando a pleno pulmón los famosos estribillos de canciones tan conocidas como pegadizas como son En el campito, Nos vamos pal'keli, o Todo pa' la pacha mama.
En este concierto, en el que presentaban su último trabajo, el disco "O'Funk'illoterapia", acompañaba al grupo el Guitarrista Pablo Márquez de los Jammin'Dose. Decir aquí que su voz encajaba a la perfección con la de Andreas y le daba un toque diferente que por lo menos a mí me gustó muchísimo. Y ya el duelo que se marcó a la guitarra con el gran Pepe Bao al bajo nos dejó extasiados. Eché en falta, eso sí, los coros de las chicas.
El sonido era estupendo, quitando un par de petardeos que dio la guitarra, que rápidamente se solucionaron y en los que el público, lejos de molestarse, aplaudieron incansables al grupo mostrando su incondicional apoyo. Y es ahí cuando me doy cuenta de porqué me gustan tanto los conciertos heavy y/o de rock... Por el fantástico ambiente que se crea. Por la complicidad que se da entre el grupo y su público.
Pensaba que se acababa el concierto y no incluían en el setlist una de las canciones a la que más cariño le tengo, por los recuerdos que tengo asociados a ella. Y aunque el resto de canciones fue muy acertado, me quedaba con cierto sabor agridulce. En esto que el público grita "otra, otra"... Y sí... Se cumple mi deseo... No se marchan del escenario sin cantar "Riñones al Jerez".
Disfruté muchísimo del concierto, no sólo por ser el primero al que voy tras el obligado confinamiento, sino porque lo sentí muy cercano e íntimo (y eso que estaba sentada en las últimas filas). Pero, como bien lo definió Andreas en mitad de la actuación, fue una auténtica "O'funkillo Acoustic Experience".
Este nuevo formato de conciertos, sentados y con menos aforo, al que tenemos aún que acostumbrarnos, deja la sensación de que es el grupo quien viene a tocar para su público y no sólo nosotros los que vamos a verlos tocar a ellos. Es como una reciprocidad que, sinceramente, me pareció muy especial.
Entiendo que se eche de menos el saltar entre la gente, los abrazos ocasionales cuando chocas sin querer (o queriendo) con un colega o con un desconocido... Pero confío en que todo eso volverá tarde o temprano.
Ahora es el momento de apoyar a los grupos, a las salas de concierto y a todo el personal que hace posible la música en directo, pues no olvidemos que han sido de los sectores más castigados por la crisis que ha ocasionado este maldito virus. Ahora es el momento de agradecerles todos los buenos momentos que nos han hecho pasar con sus conciertos. Y la forma de hacerlo es asistir a estos eventos aunque sean sentados o alrededor de una mesa... Porque si de algo puede presumir el ser humano es de su capacidad de adaptación, y si de algo podemos presumir l@s rocker@s, es del compañerismo que se respira entre nosotr@s.
Hasta el próximo concierto o entrevista, compañer@s. ¡¡¡Salud y buen Metal!!!
Agradecer a Paula de Sala Malandar y a la Sala que me permitiera acercarme al escenario, para hacer algunas fotos para la crónica, y a Víctor Manzanares por conseguirme el setlist del concierto.
Crónica: Ro Sierra
Fotografía: Patricia Alonso y Ro Sierra
Edición: Daniby