Sevilla, Sala Custom, 31/10/24. Aturdido e impresionado todavía por la tragedia vivida dos días antes por la Dana en la Comunidad Valenciana, pues residí hace poco más de 2 décadas un par de años en Paiporta -el municipio más perjudicado por el desastre de las inundaciones-, acudí al reclamo de ver a dos formaciones históricas del rock británico que nunca habían visitado Sevilla.

Se ve que la comunidad heavy hispalense tiene gustos más volcados en los estilos extremos más “moernos y burrakos” del metal olvidándose de las facetas más clásicas, suaves y melódicas del hard rock, ellos se lo pierden; triste dato que la asistencia para un espectáculo de primerísima calidad musical apenas llegara a 200 personas.

Con unos diez minutos de retraso respecto a la hora anunciada saltaron a las tablas los invitados especiales GRAND SLAM (banda irlandesa que montó en 1984 el icónico Phil Lynott tras la disolución de Thin Lizzy, junto al guitarrista Laurence Archer y al teclista Mark Stenway) quienes apenas necesitaron dos o tres canciones para que el espíritu de Lynott (merced en gran parte al peculiar tono en la sabia utilización de los graves del vocalista Mike Dyer) y el sabor y aroma al mejor hard rock de los setenta sobrevolara e inundara la sala, con la guapa peculiaridad de que la famosa fórmula (sello de los Wishbone Ash) de las guitarras “gemelas o mellizas” al no haber dos guitarristas, una de ellas era suplida por los acertadísimos arreglos de teclado.


Con absoluta inmediatez la sonrisa y la emoción vibrante de sentir la música que amamos desde chavalines afloró en las caritas del personal, conscientes de que hoy ya no quedan grupos así ni de coña marinera por mu temprano que se levanten. El grupo original solo duró algo menos de dos años ofreciendo algunos shows y grabando algunas maquetas y temas sueltos que vieron la luz a cuentagotas. Pero Archer (guitarra fundador) y a quien le honra -por mucho que le tiraran los tejos en los 80- que nunca quiso aprovecharse de la muerte de su colega cual gallina de huevos de oro, decidió reflotar el proyecto en 2016 facturando hasta la fecha dos magníficos discos: a saber, “Hit the ground” (2019) y el reciente de este año “Wheel of fortune”.Aquello sonaba de maravilla, cierto es que susceptible de sonar más fuerte, pero la gran profesionalidad, sobrada solvencia y veteranía de los músicos era más que evidente: la estupenda base rítmica formada por una leyenda de la New Wave Of British Heavy Metal (NWOBHM) a los tambores como Benjy Reid (batera de los Praying Mantis) y el no menos histórico bajista Rocky Newton que formara parte en su día de destacadas bandas como Lionheart o MacAuley Schenker Group, los elegantes detalles del enorme teclista de FM -que hizo doblete- Jem Davis y la omnipresencia de las 6 cuerdas del líder Laurence Archer -cuyo paso por los putos UFO se puede mascar por la herencia Schenker tocando- que nos ofreció una master class de riffs, fraseos y solos medidos, pulcros, exactos y privados de aspavientos innecesarios. Chapeau total.
Abrieron con “Nineteen” que ya nos puso la piel erizada, para seguir con “Gone are the days” -ambas con un indudable aroma a Thin Lizzy- y continuar con “Spitfire” y la revisión de “Harlem”, así como “Hit the ground”, la entrañable “Dedication” o la descomunal “Military man” (sumando como “presencia fantasmal” al mismísimo Gary Moore) -aquí a más de uno le cayeron algunas lagrimillas-; es decir, que fueron alternando composiciones más recientes con esas pequeñas viejas joyas como la emocionante “Sisters of mercy”.

Tremendo acierto escoger para despedir por la puerta grande sus 55 minutos de actuación, la legendaria tonada popular del acervo cultural irlandés y de sus pubs: “Whiskey in the jar” (cuya versión setentera por el grupo de Lynott la retomó Metallica muchos lustros después), preciosa pieza -especialmente alargada- que nos hizo cantar a voz en grito y sonreír a la totalidad de la audiencia allí congregada.
Sobre las diez y media de la noche tronó la intro que anunciaba la presencia de FM en el escenario (absoluta institución del AOR británico con 16 discos de estudio más EP´s, directos y recopilatorios) y desde que Stephen Mark Overland (Mr. Steve Overland) abrió la boca tuvimos clarísimo que teníamos delante un vocalista superlativo, estratosférico, de voz privilegiada y perfectamente cuidada con sus 64 tacos a la espalda.

Conserva además a dos de sus miembros fundadores: el sobrio batería Pete Jupp y un histórico de la NWOBHM como el fascinante bajista Merv Goldsworthy (ex Diamond Head, Samson…) quien se pegó toda la noche bordando su labor a los coros, súmenle al legendario teclista Jem Davis (que pasó por las filas de Tobruck o UFO) integrado desde 1993 y al fino y estiloso guitarrista Jim Kirkpatrick (de quien me hablaron elogios de un bolo este verano pasado en Béjar acompañando a Gerry McAvoy en la banda de los amigos de Rory Gallagher) y obtendrán una formación de auténtico lujo.

El volumen y calidad del sonido resultaban perfectos y fueron desfilando piezas de los 4 últimos LP´s que para nada bajaban el nivelazo


(“Digging up the dirt”, “Killed by love”, “Synchronized” o las dos del flamante álbum que venían presentando “Old habits, die hard”: “Don´t need another heartache” y “Out of the blue”) intercaladas con grandes singles exitosos pretéritos como “I belong to the night” o la coreadísima por el respetable “That girl” -ambas del inolvidable debut del 86 “Indiscreet”- y nada menos que 4 regalos en forma de hits de su trabajo más recordado (el segundo del 89 “Tough it out”) que sonaron gloriosas:“Someday (you´ll come running)”, la homónima, “Everytime i think of you” y ese precioso medio tiempo rockero que es“Bad luck”.
Todo era interpretado con una calidad y sensibilidad extrema, flipantes y melódicos coros que enriquecían esos imbatibles estribillos, acertadísimos arreglos de teclados (hace mucho que no veía un teclista para hard rock tan sobresaliente -salvando a Don Airey de Deep Purple-), brillantes y escuetos solos, comedidos y ajustados a la canción, buena guitarra rítmica de Overland cuando la empuñaba.

Pero lo más escandalosamente destacable era la enorme calidez de esa voz de Steve Overland preñada de soul, con un puntito bluessy, suave y melódica en los tonos tranquilos y con la agresividad exacta que pide el rock duro, sobradísimo de facultades y lo más increíble era que, tras 5 noches consecutivas cantando en España y solo dos de descanso…¡¡¡EL TIPO LO HACÍA COMO AL QUE NO LE CUESTA NINGÚN TRABAJO, COMO EL QUE COME PIPAS O VA A LA OFICINA, SIN GRITAR NI UNA VEZ, SIN FORZAR NADA, CON UNA NATURALIDAD QUE ASUSTA!!! (me topé con varios buenos cantantes locales que se echaban las manos a la cabeza).
El sprint final del show acogió otro pelotazo ochentero de su debut como “Hot wired”, seguido de una más actual como “Turn this car around” para retirarse y volver -tras unánime petición popular- para un par de bises: “Story of my life” emotiva a rabiar cantada sin respaldo alguno a voz y piano, para rematar creo, ya con toda la banda, con “Other side of midnight”. Hace mucho que no disfrutábamos de tanta calidad, con tantos momentos de absoluta inspiración, en el campo del AOR y del hard rock melódico en Seviilla, sencillamente hay artistas por encima del resto y este señor nos demostró ser una estrella y uno de los mejores -y más expresivos en mil matices- vocalistas de la historia del jodido rock`n`roll.
Texto y fotos: Eduardo “Powerage” Pineda.

 

 

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