Sevilla, Sala Fanatic, 15/7/24. Para ser un lunes de mediados de julio en Sevilla a las puertas de la primera ola de calor veraniega, la Sala Fanatic presentaba un animado aspecto de unos dos tercios aproximados de su aforo -digamos algo más de 200 personas- y es que el cartel resultaba más que recomendable para los amantes de las maneras más salvajes de entender el rock& roll.

Para abrir boca teníamos al septeto sevillano KILLdaCANE comandado por el simpático y polifacético artista y vocalista Tridi Puñema, magnífica formación que lleva funcionando desde 2013 (les avalan dos discos ya en la calle y un tercero en ciernes) con una ecléctica, cañera y muy divertida propuesta musical de temas propios en los que conjugan hard rock con rap canalla, callejero y vacilón con toques de boogie y rock&roll primitivo y bailongo heredado de Bo Diddley y Chuck Berry. A todo esto súmenle músicos solventes y experimentados y guapas letras que alternan el inglés con el andaluz a base de guasa sevillana y cachondeo gamberro así como la especial singularidad de tener dos bajistas y dos voces (añadan a la del líder la del simpar Tony Mortes) y obtendrán un entretenido espectáculo.

Por exigencia del artista principal la música debía comenzar media hora antes de lo previsto, así pues serían las 21:25 horas cuando los sevillanos iniciaron su show visualmente adornado con los imaginativos vídeos de la banda proyectados en la pantalla de la parte trasera del escenario. Se notaba como si les hubieran limitado el sonido (las voces no se escucharon precisamente nítidas) pero eso no nos impidió degustar el acertado juego de las dos buenas guitarras de Jesús Chávez -la más heavy cañera- y de Fran Wilbury -la más clásica y de regustillo rockabilly- respectivamente.

Tras unos 35 minutos de intensa, potente y sudada actuación, con todo el público ya metido en su bolsillo se despidieron con un ingenioso y bromista amago de rumba cañí al ritmo de “Campbell voy a tener que emborracharme, Campbell…” oleeeeee jajaja, tela de arte sí señor.

Con la emoción in crescendo a medida que se acercaba el momento del plato fuerte de la noche y la peña pillando birras, a eso de las 22:32 minutos apareció Philip Anthony Campbell el maestro creador de tantísimos riffs asesinos, tipo huraño y esquivo que se ha pegado literalmente casi media vida (en concreto 31 años de los 63 que tiene) pegando guitarrazos para Motörhead -desde 1984 hasta la muerte de Lemmy Kilminster en 2015- firmando nada menos que 17 LP´s con ellos. Acompañado por sus tres hijos y el vocalista Joel Peters, Phil Campbell and the Bastard Sons arrancaron con un par de piezas (“We´re the bastards” y “Freak show”) de su sólida carrera “en solitario” que desde 2017 ya suma varios EP´s y tres sobresalientes álbums siendo el mejor y más reciente “Kings of the Asylum” de 2023 y del cual interpretaron hasta cuatro canciones.

A los seres privilegiados que vimos en directo alguna vez (o más de una) a Motörhead, se nos aceleró el pulso y el latido del corazón con el primero de sus trallazos de la noche -tampoco fueron tantos-: “Going to Brazil” que puso la sala a revienta calderas. Los hijos de Phil, Dane a la batería y Tyla al bajo forman una poderosa base rítmica y Todd se reparte los solos de guitarra con su padre, siendo los más acelerados para el vástago y los más templados pero con varias toneladas más de sabiduría, calidad y mala leche para el viejo zorro originario del País de Gales cuya bandera colgaba bien visible de los amplificadores.

Con temazos propios como “Schizophrenia” y “High rule” nos quedó claro que no pretende vivir de las glorias pretéritas sino defender su guapo repertorio actual preñado de hard rock visceral con ramalazos punk. Otra alegría para el cuerpo y mente fue “Born to raise hell” con el respetable cantando enrabietado su cañero estribillo, seguida de “Hammer &dance”.

Subidón total con la revisión del himno punkie por excelencia “God save the queen” de los Sex Pistols buenos amigos de Lemmy en su día, personaje respetadísimo por la flor y nata de las mejores bandas pioneras del punk británico. Y luego vino uno de los mejores y más puramente heavy momento de la noche: “Dark age” una especie de blues arrastrao granítico con un maravilloso toque doom y un antológico solo del maestro de ceremonia…y encima luego del tirón “The ace of spades” poniendo el garito patas arriba.
Tras dos cortes enlazados de su más reciente trabajo (“Strike the match” y “Maniac”) en los que el cantante se desgañitó a gusto, se retiraron a las 23:26 minutos echando menos de una hora en las tablas con el consiguiente rebote de más de uno y más de dos. Los tremendos bises arreglaron en gran parte esa sensación puesto que los 20 minutos finales resultaron memorables: “Killed by death” pepinazo absoluto, más la agradable sorpresa del “Heroes” de David Bowie al estilo bestia marca de la casa para acabar rematando la faena con una de las canciones más influyentes de la historia del heavy metal en su acepción más espídica y a toda pastilla, la legendaria “Overkill” ya pa que te acuestes y te calles la puta boca…fin de la cita.

Nada más acabar el artista no quiso saber nada de nadie y se refugió ipso facto en el autobús que había aparcado en el lateral de la sala, las cosas de la veteranía.

Texto: Eduardo “Powerage” Pineda.  
Fotos: Edu Pineda / Daniby
Video: Daniby

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