Estadio de la Cartuja, Sevilla, 29/5/24. La expectación estaba en las nubes en este AC/DC POWER UP TOUR 2024 desde el mismo momento en que se pusieron a la venta las entradas, hace meses, con el consabido y rapidísimo sold out para el primer día habilitándose una segunda fecha para el sábado 1 de junio...

...siendo ambas citas en nuestra ciudad monopolizando la cuota hispana y con el resultado de dos llenazos sumando 140.000 tickets. Se palpaba en los alrededores del estadio la mucha emoción contenida de los fans, tras una larga espera de ocho años (fue en 2016 aquella última vez en aquel peculiar bolo sin Brian -aquejado de sordera- con Axl Rose cantando sentado en un trono por una lesión en una pierna). Escuchando los distintos acentos y lenguas de las conversaciones se daba uno cuenta del tirón que la gran mayoría de asistentes venían de fuera (vascos, gallegos, catalanes, maños, cántabros, asturianos…) guiris inclusive.

Por tener que dar una enorme vuelta al recinto para acceder por la puerta correspondiente me perdí el principio de los teloneros (The Pretty Reckless) que causaron una magnífica impresión, me chivaron que una de las primeras fue una versión de la primera época de Soundgarden. Estos neoyorquinos, que debutaron en 2010 con el exitoso “Light me up”, liderados por la exuberante rubia cantante y actriz Taylor Momsen arrancaron puntuales o incluso un pelín antes de las 20:15 su actuación, ofreciendo su particular visión alternativa del hard rock con clase y solvencia.

No sorprenden que tengan varios premios prestigiosos dado su buen hacer en las tablas y se nota que ya tengan cuatro giras mundiales en su mochila: efectiva base rítmica del batería Jamie Perkins y el bajista Marc Damon, la notable labor del guitarrista Ben Philips y el enorme atractivo y personalidad cantando de su bellísima vocalista que solo se colgó la guitarra rítmica en la canción final. Aclamada actuación de unos tres cuartos de hora que acabó a las 20:57 y que tuvo una extraña anécdota: un murciélago se le posó en la pierna agarrado al vestido de Taylor y un pipa se lo tuvo que quitar a la sorprendida artista.
Con el personal atacado de los nervios y el sudor a eso de las 21:36 se apagaron luces y se dio paso a la proyección del vídeo introductorio a la mayor ceremonia planetaria del ritual tribal del rock&roll (vídeo en el que un vacilón coche rojo a toda pastilla coge el desvío hasta la ciudad y estadio que corresponda, con el adorno en el capó delantero del emblema icónico de la figura de Angus Young guitarra en ristre) entrando sin piedad a degollar con “If you want blood,( you´ve got it)”.

Mucho antes de que terminara esa primera “sacudida” nadie se acordaba ya del precio de las entradas y ya teníamos clarísimo que estábamos en una de nuestras mejores vivencias como rockero y heavy de nativitate: imposible que esa guitarra sonara más fuerte y mejor. Siguiente bimbazo sin respirar “Back in black” seguida de “Demon fire”. Tremenda alegría al comprobar que Brian Johnson estaba poderoso de voz y que mantenía un compadreo de risas, gestos y miradas cómplices con Angus Young, que como lleva haciendo medio siglo va a lo suyo partiendo cervicales con sus inmortales riffs y solos afilados e hirientes sin que nadie tenga huevos de llegarle a la altura del tobillo. Habrá mejores guitarristas, más técnicos, mas rápidos, más virtuosos, más lo que tú quieras, PERO MÁS HONESTO Y PURO, CON MÁS EMPUJE Y CORAJE Y CON MÁS NERVIOS QUE UNA CAJA DE HUEVAS NOOOOR, por mucho que busques.
El evidente sonidazo era apabullante, grandioso, majestuoso y nítido, con “Shot down in flames” ya aparecieron algunos lagrimones cual fundas de violonchello y los vellos como alcayatas gitanas. Incluyeron algunas piezas menores más recientes, pero la mayoría del set-list está basado en los grandes éxitos de toda la vida con lo cual la retahíla de himnos clásicos te deja sin resuello. Respecto a la banda, desde la ausencia de Malcom hace mucho que cumple un papel secundario: su sobrino Stevie Young, absolutamente concentrado y eficaz a la guitarra rítmica, y la cumplidora base rítmica formada por el bajista Chris Chaney y el batería Matt Laug.

Así pues, las canciones de la etapa de Bon Scott suponen el grueso del invencible repertorio, léase “High voltage”,“Dirty deeds done dirt cheap”… súmale unas cuantas del “Back in black”, “Thunderstruck” y 2 o 3 de las “moernas”. Lógicamente Brian Johnson, a pesar de sus tres cuartos de siglo, cantó especialmente inspirado en las de su propia cosecha, por ejemplo “Hells bells” o “Have a drink of me” en la que se muestra a las claras la enorme importancia que siempre tuvo el viejo blues para estos tipos, o el precioso pelotazo de “Shoot to thrill”, así como “You shook me all night long”. Impresionante la visión cuando mirabas hacia atrás y veías al estadio entregadísimo repleto de miles de cuernecitos rojos parpadeantes.
Con “Riff raff” y “Whole lotta Rossie” el boogie-rock electrificado a la máxima potencia nos atravesó el alma y llegó una memorable, imperial y faraónica interpretación del “Let there be rock” que el señor de la corbata y el traje de colegial ANGUS YOUNG SE EMPERRÓ EN QUE LO RECORDAREMOS PARA SIEMPRE, EN TRES VIDAS QUE TUVIÉRAMOS, COMO EL ETERNO CHAVAL LOCO DE LA GUITARRA DE LOS CUERNOS GIBSON SG. Nunca nadie cercano a los 80 palos ha sido capaz de semejante demostración de poderío rockero y capacidad atlética en cada estadio que pisa, nadie se lleva a su casa la imagen de un anciano sino la de un dios eléctrico de la guitarra bañado en confetti, el mismo que poblaba nuestra habitación y carpeta cuando éramos adolescentes.
Cómo disfrutó alargando ese final, tras revolcarse por el suelo y patalear como el chiquillo iracundo y malhumorado, ese solo interminable, subiendo a las distintas plataformas inclusive la trasera del escenario, dejó al personal sonriente y boquiabierto. Eran las 23:32, pararon un minuto y volvieron con “T.N.T” para cerrar con toda la artillería pesada de los cañonazos, explosiones y fuegos del “For those about to rock (we salute you)” a las 23:44 firmando un antológico show de proporciones bíblicas de dos horas y 7 minutos.

SIGUEN SIENDO LOS PUTOS AMOS Y CAPOS DEL NEGOCIO DEL ROCK CAÑERO MUNDIAL SIN NADIE QUE LES PUEDA TOSER.    

Texto: Eduardo “Powerage” Pineda.
Fotos: Edu Pineda, Hedar, Daniby.

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