Cada vez que me llega un disco sé que necesito una predisposición especial a ser golpeado por una rabia que no se había registrado anteriormente, por una ansiedad que arrastra a una tormenta de amargura y rebeldía. No quiero decir con esto que antes de este encierro integral el Metal no hubiera sido una entidad iracunda per–se, al contrario, lo que escribo es que  se ha formado una suerte de egregor Global que va a por todas, ya sin encasillamientos, ya sin mirar hacia los medidores de popularidad… Se sienta en tu mesa, te toma las manos, y te obliga a dar vueltas, a bailar, a razonar, a poguear… Ya no solamente a esperar que podamos celebrar nuestros aquelarres, y decorar nuestras paredes donde estamos enjaulados con las simbologías de jurisdicción Oscura de un disco como este que vengo a narrarles.

Sí, todo esto para hablar del lanzamiento de “Disrupted Innocence” de la banda ENDERNITY, un compilado que podría ser enterrado en esas Cápsulas Del Tiempo, para que quienes la abran dentro de 100 años (sean la raza que quede y pueda hacer tal cosa) entienda qué era el Metal. Porque si algo ha hecho bien ENDERNITY en este disco es liberarse de todas las ropas que podrían agradar a los prejuicios de los “especialistas (¿especialitos?) del Rock”, saltar todas las barreras entre estilos y corrección para desarrollar un verdadero despliegue de recursos técnicos, vocales, compositivos y emotivos.

La apertura con “Ashes and dust” es una muestra del Metal del siglo XXI, con  velocidad y podredumbre alrededor de una interpretación llena de vértigo y caos, presumiendo uno, así, que el disco es puro Groove con rasgos Core, y se mantiene hasta  “Infinite Hell” donde la potencia de las bases te retumba en el pecho, pero te deja entrever que algo ha cambiado en el aire.

Entonces llega “Genocide”, como un golpe que no ves venir… y el tercio cambia, a otra velocidad, a otra potencia. La rabia se ha convertido en literatura oscura épica, y la banda al completo ejecuta unos movimientos tan Heavy Metal que han desconcertado a todos los reseñadores del álbum… Nadie lo vio venir y el truco ha funcionado de maravillas. Referencias a Savatage, Iron Maiden, a décadas anteriores; enceguecidos todos por el artilugio volcado en esta increíble canción. Aquí te tiran toda la experiencia encima, donde no hay otra cosa que una banda haciendo lo que quiere… Y esto es lo más complicado, cómo hacer que un resumen de años de evolución encastre y suelten la Alquimia adecuada, y no se conviertan en un mercadillo de exposición anacrónica de calidad individual por encima del proyecto. Tramo perfecto que continúa con “Endernity” y “The dream is over” ambas construcciones radicadas en un génesis de batería que puede derrumbar un edificio, con solos de guitarra de esos que te enferman la cabeza imaginando un Kraken vestido con una camiseta de “Metal Mitilia”. Un sonido envolvente que te recuerda ese encierro al que estamos condenados sin sentencia firme.

Importante anexo con la maravillosa balada “I dream i can fly”… y qué ganas de tener de nuevo 15 años y comenzar a corretear por los juncos en la margen del río, buscando cómo hacer que la existencia no duela y escuchar esta oda cuando uno se entera que eso no es posible. El tramo acústico es digno de enmarcar en esas playlist de domingo por llegar. Junto con “Stranger” resuman una oscuridad que, si tuviera que hacer algún esfuerzo por dar referencias, suena como si David Coverdale hubiera tirado un par de bolos con esos Megadeth previos a Youthanasia.

Cierran con la sucia y Rocker “Victim of society”, que tiene el detalle que faltaba, unos cambios de Tempo de laboratorio, complejos y enfurecidos, con un solo de guitarra de insuperable locura; que suma más espectacularidad al costado técnico del disco, tal vez el que menos importa. Porque cada canción es una historia, rara la que no sobrepase los 6 minutos. ENDERNITY  va tan segura de sí misma que con su código genético particular manejado con un arduo trabajo, una eficacia instrumental trascendental, te termina cambiando la mirada hacia una introspección que no necesita del entorno, ni de etiquetas, ni de guías… Entonces el nombre del álbum “Disrupted Innocence” cobra sentido, y ya ninguno que lo oiga podrá volver a ser el mismo.

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