Histórica y memorable celebración por todo lo alto en la Sala Malandar de las tres décadas cumplidas por su legendario álbum “Armas pal pueblo”
Había muchísimas ganas entre la parroquia veterana rockera hispalense, dado lo lejano en el tiempo de su última visita por nuestros lares, de volver a disfrutar del explosivo directo de esta formación referente de nuestra música y cultura underground cañera, de volver a echar unas risas cantando tantos estribillos impagables que hace mucho ya se nos quedaron pegados a lo más hondo del cerebro, de sudar y bailar pogo a empujonazo limpio y de sumergirnos de nuevo, en definitiva, en el canalla y adorable universo cabrón de DEF CON DOS.
Este longevo combo nacido en 1988 con origen en Vigo, merced a los auspicios del gurú Julián Hernández de Siniestro Total, pero de corazón madrileño, puso el foco en hacer hip-hop en lengua castellana al estilo rompedor por aquél entonces de los norteamericanos Beastie Boys o Public Enemy, teniendo claro que el hardcore punk y las señas de identidad callejera y rabiosa debían estar presentes en su música. César Strawberry ha perseverado en la idea desde entonces, aderezándola con el tiempo con acertados añadidos de elementos crossover, metaleros, raperos e incluso trashers que convirtieron el producto en una mescolanza con el sello de una bomba de relojería. Desde 1992 cuenta con el mejor lugarteniente posible, J. Al Ándalus (Don Jesús Arispont), prestigioso productor y uno de los mejores bajistas españoles, leyenda del rock sevillano desde sus vaciladas funkies con Dulce Venganza en los 80. Entre ambos, y otros muchos, han forjado una admirable trayectoria de larguísimo recorrido que abarca nada menos que 10 discos de larga duración, varios mini-LPs, un álbum en directo, dos recopilatorios, un tributo y unas cuantas exitosas giras por aquí y allende nuestras fronteras, sobre todo por países sudamericanos.
En un escenario flanqueado por dos telones, uno del más reciente trabajo discográfico “Gilipollas no tiene traducción” jeje del 2020 y el ya clásico de la Agrupación de Mujeres Violentas, el espectáculo comenzó a las 22:08 minutos con la intro que daba paso a las 3 primeras canciones del tirón y en idéntico orden del mítico LP cuyo treinta aniversario estábamos conmemorando, “Armas pal pueblo”: “Condición de defensa” cuya letra dice así “La calle está llena de gente que grita, asustan a las viejas y queman oficinas, la calle está llena de gente mosqueada porque todo es aburrido y nunca pasa nada. Únete a nosotros, ven con Def Con Dos somos los sin patria, los sin hígado y sin dios…”, “Acción mutante” y “Juguemos con objetos punzantes”, casi ná chiquillo. Desde el arranque aquello sonaba con la contundencia, precisión y claridad en las voces que pedía la ocasión con el grupo enchufadísimo y especialmente motivado. A la izquierda de las tablas -desde el punto de vista del espectador- el guitarrista madrileño Alberto Marín (bien conocido en el mundillo heavy nacional, no en vano militó en Skunk D.F., Hamlet, Ankhara o Burdel King) muy eficaz y centrado en los ritmos sin excesivos aspavientos en los solos; en el centro atrás de sus tambores y con sus auriculares el batera vallisoletano Kike Tornado (ex Sex Museum y Los Coronas entre otros) haciendo gala a su apellido artístico y a la derecha la pulsión poderosísima toda la noche de los dedos en su bajo de J. Al Ándalus para dejar el frente delantero a las 3 voces con indumentaria raperomacarra: Strawberry como perfecto maestro de ceremonias, el almeriense Samuel Barranco y Sagan Ummo con su pasamontañas tipo luchador mexicano con el símbolo del dólar y la cruz invertida en el centro.
Ya con “Sigo siendo heterosexual” la abarrotada Sala Malandar era una olla hirviendo, la presión aumentó tela con “Ciudadano terrorista”: … ya tienes la negra, ya estás en la lista, no seas kamikaze, a ver qué es lo que haces, su coche está blindado, no vale pal desguace. Si sus flechas nublan el sol pelea a la sombra con Def Con Dos, escoge tu arsenal con cuidado, huevos podridos y acero toledano. Ciudadano terrorista, ya tienes la negra, ya estás en la lista. Ármate de impaciencia que del vino se encarga la intendencia y si estás de nuestro lado serás general y no soldado. Sé inteligente, enseña los dientes, corre a boinazos a esos indecentes, escucha a Def Con Dos. Exigimos la rendición incondicional de las almorranas involuntarias, el manteo sistemático y subvencionado de Sánchez Dragó, la inclusión de la masturbación y la sodomía creativa como asignatura obligatoria en preescolar…y todos a beber y a follar que son dos días…”; con letras así estos tipos se tienen el infierno bien ganao. Esos desquiciados textos plenos de mala leche, sarcasmo, ironía maléfica y humor retorcido muy negro e hispano hacen que la perfecta alternancia de las 3 voces discurran de maravilla en medio de una vorágine ideal de música intelectualmente violenta.
Continuó la fiesta con “Duro y a la encía” enlazada con “Magnicidio” y la primera parte de “Errores médicos” seguida en el mismo orden original de “Los reyes son los padres”. Con “Tuno bueno tuno muerto” la gente vociferó exasperada y tronaron las dos últimas piezas del disco conmemorado: “Toponoto blues” y la matadora “Mineros locos (Armas pal pueblo)” puso el local patas arriba. A partir de este punto empezaron a sonar temas de otros discos de los preferidos por sus fans, siendo el primero el último creado -en 2023 con su videoclip inclusive- con motivo de bautizar esta gira “Mutantes pal pueblo”, las inolvidables letras de “La culpa de todo la tiene Yoko Ono…y el espíritu de Lennon que le sale por los poros…” jajaja, oleeee y de “Odio a los mártires del rock”. Luego cayeron un par de canciones del que sigue siendo su más reciente LP: “Zombi Franco” y “Mamarrachismo power”, conectadas con un mix de “Pánico a una muerte ridícula” en la que recordamos aquello de “…suicidarse sin mirar la primitiva…” y “Poco pan”. Vino el momento de una de mis favoritas de siempre “El coche no” cuyo cachondo texto reza literalmente así: “No pienso interrumpirte si azotas a mis hijas, te daré mis ahorros aunque no me los pidas, no voy a disgustarme cuando quemes mi casa aunque vea a mi familia abrasarse ante las llamas. Llena de chinchetas todos mis zapatos y llama al Perú con mi teléfono inalámbrico, calcina mis bonsais con un soplete, rompe mis jarrones del Lejano Oriente. Puedes lapidar a mis ancianos padres, robarles su pensión y los bonos desgravables. Diviértete torturando a mi esposa, déjala si quieres ciega y coja. Escupe en mis lentillas y en mi prótesis dental, contagia con el virus mis cuchillas de afeitar. Méate si quieres en mi almohada y suda los domingos con mi nuevo chándal. Pero ándate con ojo, no te equivoques, hagas lo que hagas, no me rayes el coche. ¡No, no, el coche no!...”.
Hubo momentos emotivos en los que Strawberry agradeció a todos los anteriores miembros que pasaron por la banda (citando en concreto al gallego Julián Hernández -Padre Karras-, Juanito Sangre, Marco Masacre y una especial y cariñosa mención a nuestro admirado guitarrista y productor sevillano Juanjo Pizarro de quien recordó “su estilazo tocando”) y es que quien fuera guitarra de Silvio, Dogo y los Mercenarios o Pata Negra nada más y nada menos entre otros artistas, se pegó desde 1992 hasta 1997 con ellos participando meritoriamente como miembro activo del “Comando Giralda” en tres de sus álbums más aclamados; por este motivo y por el origen hispalense de su bajista, se subrayó la especial conexión de este grupo con nuestra ciudad. También agradeció al público que llena las salas de sus conciertos por ser los responsables de que ellos puedan seguir tocando y haciendo giras.
En la parte final del bolo pudimos tararear “Agrupación de mujeres violentas”, creo que ese fue el instante en que una chica espectadora (que fue vitoreada al unísono) subió al escenario con una bandera andaluza con la estrella roja en medio (el fuerte e implicado compromiso y contenido social radical de izquierdas nunca se disimuló en Def con Dos) y así pienso que debe contarse pues no todo es guasa y jolgorio, que también, peeeero sin olvidar el componente de carga ideológica guerrillera y antifascista (se nombró al actual presidente argentino Milei y su peinado, así como a los jueces de la Audiencia Nacional); César domina el jugueteo con los límites jurídicos de la libertad de expresión. Todo rulaba ya cuesta abajo y sin frenos en plena orgía de vatios, sudores, algún que otro jamacuco en forma de lipotimia inclusive y toneladas de una peligrosidad sonora encantadora con “Ultramemia”, “Ellas denunciaron” y “De cacería” rematando el córner de cabeza con el metal crujiente de “El día de la bestia” hecha expresamente para dicha película del gran Alex de la Iglesia.
Tras casi una hora y media de leña en el corral absolutamente ininterrumpida, la banda descansó unos segundos mientras se continuaba rapeando y bromeando sobre si los republicanos somos unos envidiosos de la monarquía y su familia (por aquello de gastos pagaos para toda la puta vida por la cara) y sobre el crack y la incómoda postura ideal para tomar fentanilo, para enlazar digamos ya en el terreno de los bises, con “Cambio mi reino por un poco de caballo”, la poquísima vergüenza siguió con “Coprofagia”, “Ciao baby” (“…te invito a un chino…” jeje) y el maravilloso riff de “Veraneo en Puerto Hurraco” temazo que se merece un “cortapega” de extractos de su flipante y tétrico texto: “España ya no es roja, España no es azul, España ahora y siempre es negra como el betún… Morir o matar por hacer trampas en el mus… Tienes que escoger, el matarife o el cerdo…Veraneo en Puerto Hurraco, personas normales que matan con un hacha a sus hijos subnormales, amas de casa que vacían a sus hijas porque están poseídas…apuñalas a tu primo, anavajas a tu tío… Veraneo en Puerto Hurraco, vacaciones en Camboya y una polla…”.
Todo terminó a las 23 horas y 48 minutos con el epílogo final y todo kiski cantando “Qué dice la gente: Def con Dos” con los músicos y el respetable agotados y felices tras una hora y 40 minutos de disfrute generalizado. Indudablemente a estos bicharrakos los vamos a seguir teniendo en los altares por muchos años.
Crónica: Eduardo “Powerage” Pineda.
Fotografías: Pedro Danta
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