Resulta bien sabido que un pelín antes de la explosión de la música punk en Inglaterra en 1977 con los Sex Pistols y The Clash entre otros, al otro lado del charco surgieron bandas norteamericanas que, recogiendo la herencia de referentes del protopunk como los Stooges, Motor City Five o New York Dolls, grabaron discos que se convirtieron con el paso de los años en icónicos e influyentes a posteriori para futuras generaciones que amaron aquel enfoque sucio, bullangero, gamberro y peligroso como camino para entender el rock&roll.

Uno de esos álbums fue el histórico debut de los DEAD BOYS “Young, Loud and Snotty” (“Joven, ruidoso y mocoso”) que, para nuestro gozo, repasaron casi íntegro creo ante una reducida audiencia calculo de entre 50 y 80 personas.

Como teloneros tuvimos a Vástago, un veterano trío campogibraltareño del municipio gaditano de San Roque, que no lograron conectar con el público con su rock callejero simplón y cortito de nivel.

A eso de las 21:38 horas sonó una especie de intro con aires de pasodoble torero para dar paso a un inmortal himno del punk rock de la vieja escuela: “Sonic Reducer”, joder esto sí es lo que veníamos buscando, aunque impresionaba un poco lo anciano y machacado que parece quien operaba como maestro de ceremonias -tratándose de un estilo tan enérgico y sudoroso- a la guitarra: Eugene Richard O´Connor, universalmente conocido como Cheetah Chrome, a la sazón el único miembro original que queda una vez que el batería Johnny Blitz dejó de girar con la banda.


Otros dos rudos trallazos punkarras seguidos como “All This and More” y “What love is” nos situaron de inmediato en la órbita adecuada en la que comprendimos la dimensión sonora de un show crudo y palpitante exento de zarandajas y alharacas. Esa guitarra sonaba con la autenticidad de quien lleva toda la vida erre que erre empeñado en no cambiar y defender “su” producto original. Acompañando al viejo gurú teníamos una compacta base rítmica formada por el jovencito y glamouroso bajista neoyorkino (de imagen Motley Crue) Sam Harris y el magnífico batera Scott Churilla (ex Reverend Horton Heat y Supersuckers), así como la guitarra rítmica de Tony Garza (de los bilbaínos B.C. Bombs y Turbofuckers) quien digamos no tuvo su mejor noche.

Estos músicos creo que ya llevan algunos años con Cheetah, algo que no se puede decir del muy reciente y flamante “fichaje” del cantante británico -de Neon Animal- Marc Thorn, cuya pose, actitud chulesca y vacilona, imagen a lo Mick Jagger con botas blancas glam de plataforma y voz agresiva encajan a la perfección con el espíritu DEAD BOYS. Obvio que nadie hará olvidar al fallecido Stiv Bators, su carisma, su violencia escénica, ni sus míticas autolesiones, pero Marc sí supo escupirnos a la cara esas viejas canciones con gran personalidad en su interpretación.


Cierto es que a veces la banda sonaba un tanto deslabazada, así como algunos solos pero también es verdad que el punk rock nunca necesitó de rigores ni cinturones virtuosos académicos, ni puta falta que le hace. Visualmente a modo de telón de fondo tuvimos una proyección muy chula que asemejaba la portada de un diario tipo tabloide con noticias y temas de la banda.
Pudimos oir la lenta y decadente “Not Anymore”,“Ain´t Nothing to Do” (aquella pieza que versionearon los Green River), y otras joyas del género como “I need lunch” o la explosiva “Down in flames”, incluso alguna de su segundo LP “We Have Come for Your Children” como “Son of Sam” nos llevaron al parón para un descansito tras tres cuartos de hora escasos. La paliza de diez fechas seguidas sin interrupciones, que supone esta gira “Down in Spain Tour 2025” para ”The Damned and Demonic Dead Boys” junto a la artrosis padecida por Cheetah Chrome (literalmente dijo en castellano el cantante: “le duelen las manos”) han hecho mella, al igual que los pelotazos de whisky ingeridos por la criatura hicieron que el espectáculo nos pareciera bastante corto.

También ha de tenerse en consideración del artista, que la mayoría de sus colegas de juventud están muertos mientras que él (a punto de cumplir 70 tacos y con toda esa tralla vivida) continúa pegando unos guitarrazos que, vale ya no muerden como en el 76, pero sí conservan ese sabor primitivo agresivo y salvaje de los primeros punkys -y eso vale un potosí-, súmenle que hablamos de una de las bandas más autodestructivas del planeta y llegamos a la conclusión “tipo Ozzy” del “…resulta milagroso que siga vivo”.

Volvieron a la carga para ofrecernos dos canciones más cerrando su show de 55 minutos con la que adaptaron en su día los Guns´n´Roses: “Ain´t it fun”, “…no es divertido cuando sabes que vas a morir joven?”.

Texto y fotos: Eduardo “Powerage” Pineda.

 

Cookies user preferences
We use cookies to ensure you to get the best experience on our website. If you decline the use of cookies, this website may not function as expected.
Accept all
Decline all
Read more
Unknown
Unknown
Accept
Decline
Save