Tal y como avisábamos en este mismo medio en nuestra reseña previa a tan magno evento, el espectáculo que vivimos el pasado viernes se ha convertido sin duda alguna en uno de los mejores conciertos rockeros del año 2024 en nuestra tierra.
Y es que de nuevo lo volvieron a hacer…y son tantas veces ya…incontables veces…y las que quedan por disfrutar…y siempre de manera distinta, dejando espacio para la improvisación, como mandaban los cánones de la etapa más creativa y fructífera de la música que amamos (léase entre 1967 y 1975)…STORM evidenciaron con otro memorable bolo que es la única banda española que puede sentarse a la misma mesa -sin desmerecer un ápice- de los gigantes del género del hard rock (Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, Uriah Heep, Thin Lizzy o UFO).
Entiendo que muchos consideren que soy un exagerado, pero me juego el cuello a que el personal que presenció el show en ese coqueto teatro me entenderá perfectamente. Puede que mi objetividad flaquee un poco en esta crónica por mi ferviente admiración hacia este grupo desde hace cuatro décadas, pero deviene incontestable la injusta y despiadada “infravaloración oficial” de la música española y su Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) hacia ellos, que no se qué coño esperan para hacerles un puto homenaje ya -y esto del reconocimiento de la importancia cultural de STORM lo considero susceptible de ser trasladado a otras instituciones oficiales tales como el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla en primera instancia, la Diputación Provincial y la Junta de Andalucía-; el mero recuerdo de la reciente medalla estatal de las bellas artes para Estopa -no tengo nada contra ellos- causa más que sonrojo y te da una idea del nivelito cultural.
Justo pasadas las 8 y cuarto de la tarde y tras la proyección del nuevo videoclip (que nos introdujo en la temática de la atractiva e irreverente portada del disco a presentar) se abrió el telón y pudimos ver a cuatro figuras femeninas de negro encapuchadas -encarnación de las monjas de dicha carátula- que portaban una dosis en jeringuilla del elixir verde de la eterna juventud, en su retirada ya tronó el agresivo y cañero riff matador de “Oveja negra” temazo escogido como primer single de adelanto, seguida de otra de las canciones nuevas. Constatación indubitada de que la maquinaría está perfectamente engrasada y la banda en perfecto estado de revista con su formación más duradera: José Ramón Torres al bajo – de Villaverde del Río, con pasado punk en Karnembarra- (sobriedad, rectitud en su labor y buen apoyo en coros y voces), Manuel “Maese” Muriel -líder fundador de Sierpe- luciendo su virtuosismo a los teclados con su equipo al completo de las mejores galas (no siempre se traslada el mítico órgano Hammond formato aparador-peinadora dada su delicadeza para moverlo) incluyendo otros aparatos como Leslie y Moog, sintetizadores, y los fundadores portentosos hermanos gemelos Ángel y Diego Ruiz Geniz (a la voz-guitarra y batería respectivamente), impartiendo magisterio ambos toda la noche.
“Hoy vuelvo a caminar por los senderos del rock&roll…”: “Back to the road”, qué bonito recordar aquél emocionante regreso por la puerta grande en 2014 con “Trilogía”, luego otra del flamante “Eternal Youth” (por cierto, hay que ser muy valientes para tocar íntegro un trabajo cuyos cortes son absolutamente desconocidos por el respetable) enlazada con dos temas del imponente debut del 74 “I don´t know” con Diego cantando y “Woman mine” con el bajista haciendo lo propio. Tras estos dos trallazos seguidos la temperatura y altere subieron considerablemente. Desde el punto de vista escénico visual hay un telón a la izquierda de 5 Lunas Producciones -para mi prescindible-, se agradecen las fotos proyectadas en la pantalla trasera que recorren más de 50 años -se dice pronto- de honesta y cañera a más no poder carrera profesional (lástima no distinguir bien las diapositivas en las que constan sus posiciones privilegiadas encabezando las listas de LP´s y singles de 1974). Destacan tres cañones de fuegos de artificio en la parte delantera y la sorpresa de la irrupción de una enorme mascota-robot gigante con un mono de iluminación futurista por todo el traje, que se paseó durante “El día de la tormenta” (temazo de su segundo disco de 1979 en su versión actualizada) con evidentes riesgos de pegar un trompazo -se intuye que debe tener unos zancos harto inestables-.
La brillante interpretación de “Un señor llamado Fernández de Córdoba” -obra de arte instrumental sobre su antiguo manager en clave de vanguardia jazz-rock, no en vano se compuso cuando Return to Forever y la Mahavishnu Orchestra estaban en pleno apogeo- dedicada al primer organista fallecido Luis Genil -primo de los gemelos- tuvo momentos de lucimiento de Ángel y Muriel de pura inspiración. La balada rockera “No es el final” se la dedicaron a Ana Martínez, la hermana del legendario vocalista de Medina Azahara (Manuel) para que mejorara de su intervención-convalecencia médica, hecho por el cual no pudimos disfrutar de la colaboración presencial de tan apreciado artista.
Durante la ejecución de una de las piezas nuevas con sabor a rock andaluz, dedicada a su actual manager Juan Antonio Vergara, se le rompió una cuerda a Ángel excusa perfecta para cambiar de hacha y deleitarnos con un solo alargado de campeonato, esa sabiduría hendrixiana pisando el pedal wah wah del primer y mejor guitar-hero español (más tarde llegaría Salvador Domínguez), esos riffs como montañas y esa agilidad y velocidad en la digitación perfectamente enfocada y sobre todo ese feeling y pellizco tocando con la mente y el corazón…ufff, vaya masterclass de estrella importante -como su elegante vestimenta indicaba con chaqueta y zapatos a juego deslumbrantes de lentejuelas- de las 6 cuerdas. Luego otro subidón con “I got´a tell you mama” y la agradable sorpresa de ver a Muriel cantando “Experiencia completa” (revisión modernizada con chulo videoclip inclusive de un viejo corte clásico) y haciendo malabares divirtiéndose con sus teclados. En el recuerdo de su anterior álbum “Cyberdream” (2019), el iluminado robot-gigante-mascota volvió a pegarse un garbeo por el escenario.
Un medio tiempo precioso en el que Diego -el mejor de largo batera rock de España- borda los muchos matices percusivos que atesora, enlazado con otra de las nuevas (“Te lo digo yo”) y con, quizás una de las más heavys de toda su trayectoria: “Amigo Joe” dedicada al colega Aniceto que estaba en primera fila pasándolo en grande. Otro momento inolvidable en el que saltaron emociones y lágrimas como puños, ese perfecto y redondo single que fue número 1 en las discotecas de varios países europeos a finales de 1974: “It´s all right”, burlando a la censura franquista entre el inglés y alguna frase en castellano entreverada “…y el pitillo que fumamos” jejeje, oleeee.
Para la recta final dejaron “Machine rebellion: Crazy Machine part II” un extensísimo instrumental desparramando clase, categoría y climax de calidad con Ángel dialogando con toda la banda uno por uno, jugueteando divertido al estilo Blackmore y unos solos de la antología más exigente -inclúyase el numerito del vacilón efecto con el vaso de tubo, así como el hacer encaje de bolillos tocando con los dientes- conectándolo con una explosiva “Rock´n´roll” de Led Zeppelin, cuyo final da paso al siempre mágico-por muchas veces que lo hayas visto- legendario solo de batería de Diego (en esta ocasión mucho más breve que otras veces) en el que se levanta y va golpeando por fuera los bordes de su kit, lo rodea y sin dejar de hacer virguerías percusivas, toca sobre el vaso de cristal, sobre el suelo de las tablas y ya en el éxtasis se pone a taconear cual bailaor flamenco, no se pué aguantar tanto arte…para volver a su banqueta y rematar ya con todo el grupo un escandaloso y apoteósico estallido final.
Enorme y prolongada ovación con el público puesto en pie vitoreando y silbando, aplaudiendo a rabiar, un pequeño bis con otra canción y la certificación de que, justo después de los 50 años exactos de la noche del 74 en la que abrieron fuego para Queen, en el Pabellón de Deportes de Barcelona -única fecha española de la gira del tercer disco “Sheer heart attack”- STORM REAFIRMA SU PODERÍO SÓNICO CON UNA CONTUNDENCIA Y CALIDAD EXCLUSIVA DE LOS MÁS GRANDES. Iluminación y sonido absolutamente cuidados con mimo y óptimos resultados, íntima conexión con la peña, show fastuoso de más de dos horas de reloj sin pausas ni parones, maravillosa noche para enmarcar con los dos gemelos a puntito de cumplir 70 castañas…para hacerles loas, alabanzas, reverencias y genuflexiones varias, sencillamente IMPRESIONANTE ESPECTÁCULO.
POSDATA: Nunca escribo crónicas de los conciertos que presento -por razones obvias de lo feo y antiperiodístico que queda hablar de uno mismo- pero en esta ocasión tan especial he decidido hacer una excepción que espero sepan disculparme.
Texto: Eduardo “Powerage” Pineda.
Fotos: Hedar.