El pasado domingo día 29, Sevilla recibió una visita muy especial. Como parte de su gira Shades of sorrow, las brasileñas de Crypta, lideradas por Fernada Lira, asaltaron la Sala X junto a los daneses Plaguemace y Nakkeknaeker.
Como es tradición, el inicio del concierto se retrasó mínimamente ( hay que saber hacerse esperar y somos expertos en llegar tarde a los sitios) dentro de lo esperado y sin ser para nada problemático. Supongo que para compensar esos minutos de espera al comienzo del show, los increíbles Plaguemace, comenzaron su actuación sin dar opción a estar preparados. Antes de todo, debo aclarar que para nada soy aficionado ni fan del death metal y mi primer contacto con los teloneros de Crypta no me dieron buen palpito... ¡qué ignorante puedo llegar a ser! .El directo de los daneses es demoledor en todos los sentidos. Su técnica es indiscutible, la contundencia de su sonido impecable, al igual que lo nitidos que suenan y el show que imparten desde el primer instante, fueron la 1º sorpresa de las muchas que nos deparaban esa noche.
Abrieron con Cannibalicious, que no tardó en contagiar la crudeza de su música en el público. Pocas veces he visto formarse un remolino de empujones y saltos tan rápido, pero es que la música de Plaguemace invita a ello. Su sonido solo es calificable como PODEROSO, la voz gutural del cantante es perfectamente discernible y mantiene la textura y la potencia sin ser un balbuceo incoherente. Las guitarras te sacuden con un ritmo brutal de notas estudiadas tanto para armonizar como para crear esa sensación de caotica velocidad marca del death metal, y las líneas de bajo se mezclan con el frenético tronar de la percusión que te sacude sin piedad. La música es sin dudarlo un puto fuerte del show de Plaguemace, pero lo que encendió la noche fue su saber hacer en el escenario.
Si su primer tema nos dejó Rhytmic a todos con la boca abierta, los siguientes Rhythmic Denise e Impenetrable Leather terminaron volándonos el cerebro. No paran un segundo, se mueven al ritmo de su música en todo momento. La interacción con el público es sublime, hasta tal punto que, incluso con la barrera idiomática, su frontman se hizo entender sin ningún tipo de problema, llegando a bromear (o no tan bromear) con lo mucho que le gustó nuestro país y ciudad gracias al clima y la gastronomía (que bien ha aprendido a pronunciar tortilla de patatas). Entre saltos y un continuo jalear a los presentes, secundado por más y más pogos, anuncian la llegada del final del show con sus últimos 3 temas: Carnivore, among the filth y la guinda del pastel Ambrosia. Si creía que no podían gustarme y asombrarme más, cada corte me descubría lo erróneo de mi presunción.
La energía que destilan en el escenario es contagiosa, son una fuerza arrolladora y se les nota que disfrutaban en el escenario. El culmen fue cuando su cantante se fusionó con el público. En los últimos compases de la canción, saltó entre los presentes, para un cuerpo a cuerpo literal (terminó girando como uno más mientras cantaba) para terminar subido a la barra de la sala, incitando a darlo todo,haciéndonos partícipes en 1º persona del espectáculo que son en directo. Y es que el show continuó ya terminada la canción, tanto la voz como el bajo, bajaron a saludar con abrazos, choque de puño y gritos al cielo con cada uno de los presentes, en una muestra de la humildad y saber hacer de estos músicos enormes.
Menos de 5 minutos y Nakkeknaekker salían a escena con un arduo trabajo, estar a la altura de sus antecesores, que dejaron el listón muy alto. Los jóvenes y futuros señores del death metal no defraudaron. Si Plaguemace sorprendió por su gran sonido y puesta en escena, Nakkeknaekker sumó a todo eso una presencia asombrosa para unos músicos tan jóvenes. Siendo la antítesis al descontrol energético de Plaguemace, la presencia casi hierática de su show contrastaba con la fuerza de su sonido. Claro ejemplo de la nueva hornada metalera, su música está basada en unas melodías de guitarra a medio ritmo, más contundentes que veloces en claro contraste a su excelsa batería, que fusiona rapidez extrema y una pegada demencial.
Si el anterior show era un no parar de interactuar y bromear, la pose y energía dura y seria de los chicos de nakkeknaekker encadenaba canción tras canción, con un mero presentar el tema con su nombre y ocasionales exabruptos para incitarnos a volvernos locos con la fuerza de sus temas. La voz más fina, aunque igualmente rota de su vocalista, no adolece de unos guturales que fluían a unos tonos medios más profundos y limpios de lo esperado en el estilo. Si algo nos enseñaron estos jóvenes músicos es que no es necesario tener años de experiencia para ser técnicamente sublimes o saltar como endemoniados para destilar energía. Poseídos por un Espíritu Old School, los 40 minutos de perfección sonora y anímica son la mejor carta de presentación de un grupo que, sin tener un solo EP editado, son un claro ejemplo de que el futuro del metal y el death en particular está asegurado.
Por la parte del público, la respuesta fue unánime, absolutamente entregados a su saber hacer, los vítores, coros y cuerpos volando (y digo bien, puesto que más de uno parecía volar durante los pogos). Desde su inicial Putrefied Body Fluid hasta Face splitting madness con la que cerraron el show, los 7 cortes de puro death metal hicieron explotar la sala sin un simple segundo de descanso. Un grupo a tener muy en cuenta del que os dejo el set list para que los busquéis y podáis ser testigos del futuro del death metal.
Set list
Putrefied Body Fluid
Horizon of Spikes
Shackled to a corpse
Nephilim
Unholy inquisition
Absortion
Face splitting madness
Y llegó la banda que todo el mundo esperaba. Antes incluso de empezar el show, Crypta nos tenía a todos comiendo de la palma de su mano. La puesta en escena es minimalista, sin atrezzo ni grandes excesos, pero la uniformidad en el vestir de sus componentes, el aire de solemnidad al posarse en el escenario, la desafiante presencia de Fernanda, escudada por el resto del grupo, intimida casi solo con hacer acto de presencia. Musicalmente son impecables, eso lo sabíamos todos, pero que sean exactamente idénticas al sonido de estudio es algo que no creía posible y que solo he vivido en contadas ocasiones. Crypta es death metal en estado puro.
Su sonido sombrío, una voz siniestra e inquietante, el abrazo escalofriante de las guitarras y una atronadora batería que se turna con un bajo sublime y oscuro para golpearte en el cerebro, combina a la perfección con una presencia firme, destilando poder y fuerza. El encanto de las brasileñas es que puedes disfrutar en 1º fila, saltando, vibrando como el que más, dejándote llevar por su frenesí musical, como desde la última fila, viendo cómo despliegan una técnica abrumadora como instrumentistas, porque es otro plus, poseen una técnica soberbia.
Según avanzaba el show, la relación con los presentes era perfecta. La capacidad de Fernanda para hablar en nuestro idioma encendía a un público de por sí entregado, haciendo más íntimo y cercano el show. Ver cómo los presentes se excitaban con antelación a lo que venía fue una gozada, ver la respuesta real, más allá de un simple rugir, entender las palabras de aliento y el interactuar del público en un tú a tú fluido hizo que los momentos de calma sutil antes de la explosión sonora y ambiental, fuesen más reales, más sinceros. Como puesta en escena son impresionantes, están compenetradas entre sí, hasta el punto de ser coreografía.
Se buscan con la mirada entre ellas, hablan con el público con sus gestos, sus cruces y cambios de posición en el escenario, los headbanging sincronizados que provocan escalofríos, los gestos de Fernanda al cantar, que intimidan (parece estar poseída). La dualidad sonora de las guitarras relajando la atmósfera y tornando la furia ardiente de voz, bajo y batería en un sonido casi sepulcral, erizando la piel y obligándote a girar y dejarte llevar.
Los nuevos temas se hilaban con los ya de sobra conocidos en una armonía estudiada, los presentes sabían de memoria cada nota, cada acorde y la sorpresa (para bien) en los rostros de las brasileñas era palpable. Los solos de guitarra estaban acompañados por un instrumento nuevo, las voces del público, no se tarareaban estribillos, se cantaban las notas de guitarra, se cantaban los puentes y coreaban sin parar los ritmos de todas y cada una de las canciones.
El público se dejaba manejar como marionetas por la esencia de Crypta, nos llevaron de la mano durante toda su actuación, que lograron hacer de 70 minutos y 12 temas un suspiro imperceptible. Dio igual donde te colocaras, si al fondo de la sala o en 1ª fila,nadie, absolutamente nadie, permanecía impasible. el tornado humano incesante del centro de la sala atraía sin remisión a los puños en alto que coreaban las canciones. Un show de fuerza increíble que no decayó ni un segundo, manteniendo el nivel de energía en cotas altísimas.
Al final de la noche, terminé agotado pero exultante, al igual que todos los presentes. Una noche en la que todos los presentes coincidimos en la opinión y sensación de que fue mágico.
Texto: Arus3000
Fotos: Marta Grimaldi